La servidumbre de los ricos puede ganar hasta 12 000 euros al mes; renunciar a la 'identidad'

Una socióloga reveló las duras condiciones de vida del personal doméstico de élite: bien pagados, pero sin espacio para su propia vida. 

El personal de servicio doméstico de las personas más ricas pueden alcanzar salarios excepcionales, pero pierden el tiempo para vivir su propia vida.

El personal de servicio doméstico de las personas más ricas pueden alcanzar salarios excepcionales, pero pierden el tiempo para vivir su propia vida.

Getty.

Autor

Redacción Teleamazonas.com

Actualizada:

08 jun 2025 - 17:05

¿Es posible tener un sueldo de hasta 12 000 euros mensuales y, aún así, vivir sin libertad, identidad ni tiempo personal? La respuesta es sí. Así lo revela una extensa entrevista realizada por BBC Mundo a la socióloga francesa Alizée Delpierre, quien se infiltró en el corazón de la intimidad de los ultra ricos para estudiar la vida de quienes trabajan a su servicio. El resultado: un retrato inquietante de lo que ella denomina una “explotación dorada”.

Aunque la servidumbre disfruta de condiciones materiales excepcionales, su día a día está regido por normas que que van desde medir los cubiertos al milímetro, hasta aceptar ser llamados por un nombre diferente al suyo. Algunos ganan hasta diez veces más que el salario mínimo, pero el costo no se mide en dinero, sino en libertad. 

Vidas al servicio: sin tiempo, sin nombre, sin privacidad

Delpierre recorrió lujosos apartamentos parisinos y mansiones en la Costa Azul, y también trabajó como niñera y ayudante de cocina. Su inmersión le permitió observar la lógica interna de la servidumbre moderna. 

La autora lo describe como un sistema de dependencia total, donde los criados deben estar disponibles las 24 horas, los siete días de la semana, viviendo en casa de sus empleadores, renunciando a cualquier vida propia.

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Servir a los ricos es una investigación de la socióloga francesa Alizzé Delphierre que describe cómo viven los criados de mansiones de lujo.BBC.

No tienen tiempo de hacer otra cosa que trabajar”, afirma Delpierre. Las niñeras, por ejemplo, duermen con los niños y apenas descansan, ya que deben estar activas durante el día. También destaca la falta de libre circulación, incluso al interior de las mansiones. 

Comenta que los empleados no pueden circular libremente, usar ciertas áreas como la piscina, ni interactuar con los amigos de los jefes. La intimidad del hogar se convierte en el escenario de una forma de dominación invisible. 

La trampa del lujo: regalos, dinero y deuda emocional

Los criados reciben sueldos muy por encima del promedio: entre 3 000 y 12 000 euros al mes, según la investigación. También acceden a regalos exclusivos, desde bolsos de lujo hasta teléfonos de última generación o ropa de diseñador. Pero ese exceso no es gratuito: los empleadores utilizan esos obsequios para exigir aún más.

“Cuanto más dinero y más regalos reciben, más legitimados se sienten los ricos para pedirles que trabajen más”, explica Delpierre. Se genera una deuda simbólica, donde el criado cree que debe compensar el “privilegio” recibido con obediencia absoluta. 

Renunciar a la identidad

Uno de los aspectos más perturbadores que revela la entrevista con la BBC es la forma en que los millonarios ejercen una violencia simbólica sobre la identidad de los criados. No solo les imponen reglas de comportamiento o vestimenta; también les cambian los nombres, como forma de despersonalización.

“Si tu nombre es Juan, te pueden decir Joseph. La niñera siempre se llama María, sin importar quién sea”, señala Delpierre. Esta práctica, lejos de ser anecdótica, refuerza la jerarquía entre quien manda y quien sirve. Es una forma de borrar la individualidad y convertir al trabajador en una figura intercambiable.

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Una mujer afroamericana cuidando a dos niños en una casa en Europa.Getty.

La relación entre el criado y el patrón no es meramente laboral. “Es casi familiar, y por eso mismo, es más peligrosa”, advierte Delpierre. La socióloga señala que, como ocurre en muchas dinámicas familiares, el vínculo puede estar cargado de afecto real, pero también de manipulación y violencia. La cercanía emocional legitima el abuso: si el criado “es de la familia”, entonces puede pedírsele cualquier cosa.

Este modelo también favorece la impunidad: lo que ocurre en el hogar queda en el hogar, lejos del escrutinio público o legal. “Los ricos saben que tienen todo el poder. Si hay un conflicto, sus recursos legales, sociales y económicos les aseguran la victoria”, advierte Delpierre. Raza, género y jerarquías invisibles

La investigación también evidencia que el género y la raza son fundamentales en este mercado laboral. La mayoría de quienes trabajan en la servidumbre son mujeres, muchas de ellas negras o migrantes, seleccionadas no por su experiencia, sino por estereotipos esenciales. Las mujeres negras son vistas como “cariñosas” y, por tanto, “naturales” para cuidar niños. Los puestos más visibles y de mayor estatus, como los mayordomos, suelen estar reservados a hombres blancos europeos.

El sistema de la servidumbre moderna refuerza prejuicios coloniales y patriarcales, perpetuando estructuras de dominación profundamente arraigadas.